miércoles, 9 de marzo de 2016

AUTOBÚS AL NORTE


Desperté con el sonido más dulce, que no le es igual a nadie más de este mundo. Aquel sonido que supera las melodías de aquellos viejos compositores que nos hablan con delicadeza de las emociones más puras.
El traqueteo del motor me devolvía al norte frío, al norte gris, pero aquel sonido me devolvió la risa que perdí hace unos días, semanas, meses...
Volví la cabeza y os ví a los tres. Justo detrás de mi asiento estaba Gina, pequeña como la recuerda mi nostalgia y detrás de ella estabas tú con Guille. Él estaba interpretando su papel en la familia, como siempre, alegrando, molestando y bromeando. Vosotras estabáis exultantes y vuestra cara brillaba con el humor de aquel día, pues el sol estaba jugando a camuflarse entre nosotros pero sin dejar de ser un mero espectador.
Reaccioné sin saber por qué me quedé traspuesta y por qué no estaba al corriente de la última broma, así que os saludé, con la naturalidad del que nunca ha perdido nada, e inmediatamente abriste los ojos llenos de amor, convencida de que lo que sentía era una pequeña envidia. Te levantaste al tiempo que me decías alguna de aquellas frases que no me quito de la cabeza, que me recuerdan que alguien me quiere más que las flores a la primavera, y te sentaste a mi lado sin dejar de sonreír.
Si todo era tan familiar, me resultó extraño que tan pronto te sentí a mi lado, te traje hacia mí y te sumergí en un abrazo culpable de parar el tiempo. Sentí tu cara mientras la acariciaba sin dejar de rodearte con fuerza contando cuántos latidos habían en cada segundo de quererte.
El traqueteo continuaba y así también nuestro abrazo.
Pero desperté otra vez dentro de mi despertar comprobando con alivio que tú aún no habías desaparecido y que seguía teniéndote al lado de mi mejilla, aunque los segundos comenzaron a contar más rápido. La luz que antes sentía se cambió por el reflejo de la nieve de afuera, que brillaba molestamente. El sonido que me había despertado había desaparecido y tú ya no reías y ellos ya no jugaban.
Desperté esta vez de verdad, y te hiciste más blanda y abrí los ojos y lo único que había eran mis brazos deformando mi abrigo negro de invierno. Volví la cabeza desconcertada y todos los asientos de atrás estaban vacíos.

El sonido, lejos y la tibieza del sol, burlándose de mí.

Desperté de este sueño asustada de vivir en adelante con los ojos cerrados, por si acaso volvéis a estar tan cerca, sin que me importe perderme todo aquello que no sea tan alto y perfecto como ese lugar de mi memoria en el que vivís todo el tiempo.

El traqueteo sigue.

Os quiere siempre,


Ana.




1 comentario:

  1. El sueño que has tenido, es similar a mis juegos mentales en los que imagino que estoy en la casa de calle fraternidad y estás en casa, o preparando la comida, creo que aparecerás, sola o con tu hermano. También cuando estoy en mi cama, aun con los ojos cerrados, traslado mi cuerpo a la cama, aquella pequeña Que antes ocupaba Guille y te ubico en la habitación que estaba al pie del baño principal, también cuando estoy en el supermercado, me imagino como. Cuando íbamos todos a Día a hacer la compra, y no terminaría de describir las tantas ocasiones que juego a que OS tengo cerca, tengo frescos todos y casa uno de los gestos, expresiones, risas, y hasta el olor vuestro. La ilusión de veros pronto y que cada día q pasa va acercando más ese momento me da mucha alegria. El saberte bien y feliz, como también a tu hermano es lo más importante para seguir adelante, gracias hijos por hacer bien lo que tenéis que hacer y OS admiro mucho por esa fortaleza que estáis demostrando. Me siento muy orgullosa de teneros como hijos.

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