viernes, 3 de enero de 2014

Poniendo la mano en el corazón.

Poniendo la mano en el corazón amo las raíces y los ojos que me vieron crecer.

Poniendo la mano en el corazón amo el olor de la libertad y de las páginas en blanco de un libro aún por escribir. 

Poniendo la mano en el corazón amo aquellos con los que comparto mi sangre.

Poniendo la mano en el corazón amo la lucha.

Pero pongo la mano en el corazón muy fuerte y no veo la realidad. Pero la realidad es que pongo la mano en el corazón, por tanto es inevitable.

Quién puede ganar entre Idealismo y Realidad, cuál de los dos dará el último golpe, cómo quedará aquel que pierda.

¿Conoces la imagen onírica de querer correr y no poder? ¿Conoces esa angustia?

¿Y si quieres correr pero no quieres avanzar? ¿Y si puedes avanzar pero no puedes dejar nada atrás?

Intento recolectar todo, absolutamente todo lo que hay a mi alrededor, e incluso la potencialidad de eso que ya es realidad. 

Pero hay una piscina y yo no sé nadar más que hasta la orilla. Y me miráis, porque se me da bien estar en la piscina. ¿No os dais cuenta de que quiero salir? ¿De que todo en lo que vivís me pertenece porque no soy dueña de nada?

Y me lo llevaría a el, me la llevaría a ella y a ella. Porque también soy dueña de las personas, pero nunca supe cómo mandar.

Soy dueña de todo porque no me lo merezco y seguís sin hacerme caso. 

¡Obedeced! 


Quién puede ganar entre Idealismo y Realidad:  Lo sabéis porque ya habéis coreado su nombre y habéis contado hasta tres.

Cuál de los dos dará el último golpe:  Por la fuerza de mis sueños estoy oliendo la lona.

Cómo quedará aquel que pierda:  Soy Idealismo, y mi cuerpo que no es cuerpo no tiene ya fuerza.


Pero sueño que algún día te ganaré y me los llevaré. 

Porque todo, incluso tú, maldita Realidad, me perteneces.

Soy dueña de tu significado.

¡Muere!


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